De Rerum Natura

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De Rerum Natura

De Rerum Natura es una obra que fue escrita en el siglo I a. C. por Tito Lucrecio Caro; dividido en seis libros. En ella se proclama la realidad del hombre en un universo sin dioses e intenta liberarlo de su temor a la muerte. Expone la física atomista de Demócrito y la filosofía moral de Epicuro. De hecho, casi todo el conocimiento que tenemos de Epicuro (uno de los pensadores más brillantes de todos los tiempos) proceden de esta obra. No hay razón para creer que Lucrecio añadió o aún alteró en nada las ideas epicúreas; Lucrecio era un poeta no un un filosofo ni físico. Acaso sea la mayor obra de la poesía de Roma y, sin duda uno de los mayores esfuerzos del alma destinados a la comprensión de la realidad, del mundo y del hombre.
Puede considerarse la obra de física más completa de la antigüedad. Es en esta filosofía Epicurea y en este poema donde podemos ver un gran hito del pensamiento científico, ético y humanista que conocemos hoy. Epicuro y sus seguidores fueron perseguidos y difamados por tantos años por algunas de sus creencias, como la negación tanto en la intervención de los dioses en los asuntos humanos como en la creación del mundo por parte divina, su desdén por la suntuosidad, el lujo y la exaltación de la vida placentera.
La obra es un caso único en el panorama filosófico antiguo, tanto por su amplitud como por su calidad literaria ya que la obra está escrita en verso, en hexámetros (Hexámetro es un verso de la poesía griega y latina que consta de seis pies o unidades de ritmo), dificultando su lectura, por lo que puede suponerse que no estaba dirigida al gran público, sino a pequeños grupos de intelectuales; utiliza comparaciones para aliviar la árida materia abstracta de la obra. Portada de la obra De rerum natura. Copia del manuscrito encontrado en 1417, con el escudo de armas de Sixto IV
Está compuesta de 6 libros escritos en latín, que tratan de demostrar las teorías físicas de Epicuro. El primer libro trata de los átomos y del vacío, de que nada nace de la nada y de que todos los seres están formados de átomos. El libro segundo trata del movimiento de los átomos. El tercer libro habla acerca del alma. El cuarto sobre la teoría de la sensación. El quinto sobre el mundo. Y el sexto sobre diversos fenómenos atmosféricos y las enfermedades, terminando con un sombrío panorama sobre los estragos de la peste en Atenas. Sin embargo su poema trata otros temas como la esterilidad de la mujer y los métodos anticonceptivos que sostiene, la psicología, la sismología, la meteorología amén de otras disciplinas, el amor sus efectos y sensaciones.
En “De rerum natura” Lucrecio expone importantes principios de la teoría atómica como que los seres y los objetos no son creados de la nada por un poder divino, que ningún objeto se reduce a la nada sino a sus átomos, los cuerpos están compuestos de átomos invisibles e igualmente afirma la existencia de espacios vacíos entre los átomos. Pero tampoco podemos decir que es sólo un poema físico. La obra contiene toda una filosofía de vida: el hombre debe cultivar la amistad y evitar la guerra.
En la obra, Lucrecio siempre da un argumento: Intenta persuadir al lector a través de experiencias de la vida diaria.

Este terror, pues y estas tinieblas del espíritu, necesario es que las disipen, no los rayos del sol no los lúcidos dardos del día, sino la contemplación de la Naturaleza y la ciencia.”
Titus Lucretius Carus. De rerum natura

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De Rerum Natura: los seis libros.

  • LIBRO I: todos los seres están compuestos de átomos.
    Nada puede ser creado de la nada [...] Los principios de cada cosa no pueden ser distinguidos por el ojo [...]
  • LIBRO II: enfermedad y muerte
    Además, cuando a un animal cualquiera le hiere un golpe más fuerte de lo que su naturaleza soporta, lo abate en un momento y pone en confusión todos los sentidos del cuerpo y del alma. Pues entonces se disuelve la disposición de los átomos, y en lo íntimo del ser se suspenden los movimientos vitales, hasta que la materia, sacudida por todos los miembros, desata el nudo vital que ligaba el alma con el cuerpo, desagrega al alma, y la expulsa al exterior por todos los poros [...]
    Sucede también a menudo que, si el golpe recibido no es tan fuerte, los demás movimientos vitales triunfan y calman la tremenda confusión del choque, reconducen cada elemento a su camino habitual, desbaratan, por así decir, el movimiento de la muerte que se adueñaba del cuerpo, y vuelven a encender los casi extintos sentidos [...]
  • LIBRO III: teoría del alma, con sus dos constituyentes: anima o principio vital y animus o mente
    [...] Sentimos que el alma se engendra conjuntamente con el cuerpo y que crece a la vez y que envejece al mismo tiempo.
  • LIBRO IV: todos los cuerpos despiden emanaciones. La visión, la forma, el color y la distancia.
    Cuerpos hay que no cesan de exhalar olores, así como los ríos emiten frescor, el sol calor, las olas del mar aquel vapor que corroe los muros junto a la costa. Y por el aire flotan sin cesar sonidos varios [...] Tan cierto es que emanaciones diversas escapan de todas las cosas y se esparcen en todos sentidos, y no se concede reposo ni tregua a este fluir, puesto que tenemos continuas sensaciones y podemos a cada momento ver cualquier objeto, olerlo y oír sonido.
    Por lo que se ve que el principio de la visión está en las imágenes, y sin ellas nada puede verse.[...] Y a qué distancia esté de nosotros cada cosa, su imagen nos lo hace ver y nos da el medio de discernirlo. Pues, al ser emitida, al punto impele y empuja el aire interpuesto entre ella y los ojos; todo este aire fluye a través de nuestros ojos, despeja, por decirlo así, las pupilas y pasa. He aquí cómo apreciamos lo que dista cada cosa; y cuanto más aire es empujado adelante por la imagen, cuanto mayor es la corriente que roza nuestros ojos, más distanciado nos parece estar el objeto; pero entiéndase que todo sucede con gran rapidez, de modo que a un tiempo vemos lo que el objeto es y cuán lejos se encuentra.
  • LIBRO V: el mundo no es obra de un dios. Estamos en un mundo mortal en el que predomina la especie más fuerte
    Decir, por otra parte, que en interés de los hombres quisieron los dioses crear esta esplendorosa naturaleza del mundo; que por tal razón es justo alabarlo como una meritoria obra divina y creerlo eterno e inmortal; que este mundo, edificado por antiguo designio de los dioses en favor de la raza humana y fundado en la eternidad, es sacrílego quererlo conmover de sus cimientos por fuerza alguna, o atacarlo de palabra y subvertir el universo entero desde sus bases; imaginar estas cosas y otras del mismo tenor es, Memmio, pura locura.
    ¿Por ventura nuestra vida yacía en aflicción y tinieblas, hasta que amaneció el día de la creación de las cosas? Pues todo ser nacido debe desear permanecer en la vida, mientras lo retiene el muelle placer. Mas para el que jamas gustó del amor de la vida ni figuró en el numero de los seres vivientes, ¿qué daño hay en no haber sido creado? [...]
    Primeramente, puesto que la masa de la tierra y el agua y los leves soplos de las auras y los vapores del fuego, en los que vemos que consiste nuestro universo, constan todos de una materia sujeta a nacimiento y muerte, hay que pensar que el mundo entero está constituido de la misma materia.
    En primer lugar, la valentía ha defendido la violenta raza de los leones, especie cruel; la astucia, a las zorras; la rapidez, a los ciervos. Pero los canes, de sueño leve y fiel corazón, toda la especie engendrada por el semen de las bestias de carga, los rebaños de lanosas ovejas y los bueyes cornudos, han sido todas, Memmio, confiadas a la tutela del hombre; pues ansiaban huir de las fieras, en busca de la paz y de ricos pastos adquiridos sin pena, que es lo que nosotros les damos en premio a sus servicios. Pero aquellos a quienes la Naturaleza no concedió ninguno de estos dones, de modo que ni podían vivir por sí mismos ni sernos de utilidad alguna, a cambio de la cual concediéramos a su especie pastos y protección bajo nuestra vigilancia, sin duda todos quedaban como presa y botín de los otros, impedidos por sus trabas fatales; hasta que la Naturaleza hubo cumplido la extinción de su raza.